domingo, 21 de febrero de 2010

Razón y Dignidad.

Las decisiones en la vida de un hombre, a mi entender, son el aspecto más determinante de su existencia. Claro está que existen diferentes escenarios dentro de los cuales las elecciones son más o menos complejas, debido a la encrucijada en la que se encuentra el individuo. Pero como afirmó Ortega, el hombre es sus circunstancias y sus decisiones.
El hombre racional, que no vive en el opio abstracto de la banalidad, arrastrado por el rumbo de la vida o los cánones actuales de lo correcto, se debe cuestionar todos los aspectos inherentes a su ser.
En medio de esta idea, y retomando el hilo que iniciaba este artículo, me gustaría analizar el concepto de hombre racional. Como indicaba Kant, el hombre debe actuar siempre bajo el principio categórico de ley universal. Es decir, tu acción debe ser legisladora y ley para cualquier iniciativa de otro hombre. En palabras llanas, actúa siempre con la máxima que puedas querer al mismo tiempo que su universalidad sea ley.
¿Creen ustedes que el hombre de hoy en día actúa bajo esta máxima?. La respuesta es conocida por todos. El hombre actual actúa motivado por sus inclinaciones subjetivas dejando a un lado la racionalidad. Ahora bien, ¿la Humanidad y la Moralidad de nuestros días llevan unido el concepto de Dignidad?. Para comprender el concepto de Dignidad, primero hay que acercarse, a un concepto mucho más cercano a nuestra sociedad, el precio. Lo podemos definir como todo aquello que tiene un equivalente, es decir, que se puede intercambiar por algo equiparable. Teniendo claro este concepto, podemos afirmar que la Dignidad es aquello que está por encima de cualquier precio. Y he aquí la esencia del argumento. Vivimos en una sociedad en la que todo el mundo tiene un precio, y en la que los hombres toman sus decisiones en base a una racionalidad práctica subjetivada, es decir, por motivaciones e inclinaciones, fuera de la racionalidad, sin dignidad y meramente motivada por un precio.
El hombre ha vendido su dignidad al capital, y sus elecciones son conforme a los beneficios que le reportan a él únicamente. Así se puede comprender las guerras, la explotación, el homicidio, el abuso y demás acciones del hombre que van en contra de su existencia y de nuestro planeta.
Si actuáramos motivados únicamente por la razón y la dignidad, nuestro mundo, os puedo asegurar, tendría un color muy distinto del gris oscuro que lo cubre.
¿Será el hombre capaz de razonar?.

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