domingo, 6 de diciembre de 2009

Memorandum I . Especulación.

La religión del momento, hacer dinero fácil sin aportar valor añadido, apostar dinero a caballo ganador a costa de la plebe ignorante. Seguidores fieles del parquet new yorkino, druidas de los futuros y opciones, fieles de los hedge funds, recolectores de propiedades a saldo que triplican su valor impulsados por la fiebre del consumismo mileurista. Es decir, amantes de los chollos. Debemos ir al meollo del asunto. Cortar el cordón umbilical del engendro. Nuestra economía debe regular, de manera estricta, dichas actividades, diferenciándolas y exigiendo un precio justo a pagar a la sociedad.

En 1929, le vimos las orejas al lobo, pero dejamos que conviviera con el rebaño. En 2007 casi acaba con el pastor. ¡Que viene el lobo! decía el cuento. Los bancos americanos, primeras víctimas de esta pandemia, o más bien,virus patógenos, propagaron al resto del mundo la peste negra de las subprime. El pasado nos debe servir de manera aleccionadora para corregir nuestro presente.

El nuevo modelo comenzaría por la división entre banca tradicional y especulativa. Si los bancos se resfrían, la economía enferma. Es decir, la banca es la financiación de la economía, es el trasvase entre el capital del ahorrador y las familias, al inversor y empresas. Es la piedra sobre la que se edifica nuestra Iglesia. Si permitimos especular a los bancos, estamos permitiendo que la gestión irregular de algunos, afecte al interés general de todos. La banca tradicional, realizaría su función esencial, captar dinero y prestarlo. Como hoy en día gran parte de los beneficios de los bancos vienen derivados de la parte especulativa, se debería tomar una serie de acciones para evitar la quiebra de dichas entidades afectadas por las pérdidas en sus balances. ¿No fusionan entidades como los niños juegan con plastilina en los colegios?. Si quieren, se puede. Medidas como regular los tipos de la financiación y captación de recursos. De esa manera los clientes no irían de un banco a otro buscando quién da más o quién da menos, todos tendrían establecidos dichos márgenes. Márgenes suficientes para un crecimiento sostenible, obtención de coeficientes de liquidez y solvencia, y capitalización suficiente para resistir la morosidad derivada de esta misión tradicional. Ahora asistimos como el sistema financiero se está contrayendo, como el crecimiento pasado no se sostiene. Cierre de cientos de oficinas y despidos de empleados. El cliente eligiría su entidad en base a criterios como calidad, atención al cliente y diferenciación. La corriente actual que encumbra comerciales agresivos sin mucha preparación, que buscan unicamente cumplir crecimientos irracionales, ha propiciado gran parte del problema. Las entidades deberían estar formadas por analistas de inversión y bienestar social. Introducimos una idea clave, la entidades financieras del sector tradicional, deben tener una doble función social. Por un lado, obligatoriedad de distribución de parte del beneficio, obtenido de los ahorros de las familias y particulares, a la contribución del Bienestar Social- término que explicaremos más tarde-. Y por otro lado, todo capital prestado a entidades que superen un volumen determinado, debería ir acompañado, para su aprobación, de un plan de crecimiento sostenible y de creación igualmente de Bienestar Social. Esto sería primado con tipos de financiación y otros impuestos. A los balances, cuentas de resultados, estados del patrimonio y demás papeles comunes al estudio de una propuesta de financiación, solicitaríamos al especulador o empresario, que busca crecer sin importarle el trabajador y el medioambiente, un documento donde explicara cómo la inversión que va a realizar con nuestro dinero contribuye al crecimiento sostenible y al mencionado Bienestar Social. Impensable, ¿verdad?. De esta forma, se consigue que el elemento fundamental de canalización del capital entre ahorradores y inversores, contribuya a la redistribución de la riqueza de forma justa y a un crecimiento sostenible. El Capitalismo agoniza, crece de manera incontrolable, como lo hacen las células de un cáncer. Se muere de codicia y falta de consciencia social. Estamos siendo espectadores como las primeras semillas afloran, supervisión más estricta, eliminación de bonus, etc... Pero la utopía debe convertirse en realidad.
No seré quien proponga la eliminación de las actividades especulativas, eso es harina de otro costal. Pero si deben arrancarse como mala hierba de los campos de cultivo fértil. Es decir, no juntes al lobo con las ovejas.
Otro punto importante es que la fiscalidad del ahorro se asimile a la de la especulación. Su fiscalidad debería ser proporcional a los riesgos que corre la economía con sus inversiones. Dichas entidades dedicadas a estos menesteres, también tendrían que sufrir una regulación más estricta, y acorde al modelo que estamos presentando.
Además,los directivos y empleados de dicho sector tendrían que tener responsabilidades penales específicas que amedranten posibles irresponsabilidades premeditadas.

En la próxima entrada, trataremos el segundo memorandum, el Bienestar Social.

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