sábado, 26 de diciembre de 2009

La gran mentira.

El gran monstruo, el maestro de ceremonias, el tirititero que mueve el destino de nuestra sociedad, lo ha vuelto hacer. Enhorabuena. Un caluroso aplauso al Capitalismo.
La crisis está de moda. Es portada de telediarios y periódicos. Tenemos un grave problema, todos unidos y con gran esfuerzo debemos resolverlo. Ese es el mensaje. La gran consigna. Una nueva crisis del sistema capitalista, debemos rescatar al naufrago de ahogarse. Pues bien, ¡que se ahogue!.
Detrás de todo este montaje Hollywoodiense llamado crisis, se esconde algo soterrado, oscuro y profundo. Una reorganización social y económica acorde a las necesidades del monstruo.
La plusvalía ya no es suficiente, la fiera no sacia su sed de sangre. El trabajador debe purgar los pecados del especulador.
Políticas que conduzcan al cambio de modelo económico, redistribución de la riqueza, sueldos dignos. ¡No, eso no!. Nada de eso, el capitalismo mueve los hilos y la marioneta se pone en marcha. Que pague el trabajador.
El teatro de nuestra realidad, cuelga el cartel de "No hay billetes" en todas las funciones. El espectáculo debe continuar. Debe continuar a toda costa. Sobre todo a costa del trabajador.
El obrero, y la sociedad en general, deben aceptar los dogmas de fe. Creo en el capitalismo sobre todas las cosas, en el libre mercado,en la relación entre obrero y capitalista, entre trabajadores y empresarios. Falso. Mentira. Vendemos nuestro trabajo por decisión propia.¡ Qué libres somos! gritamos al cielo. Pero el monstruo conoce el resultado de la partida. Tiene las cartas marcadas. El obrero vende su alma a cambio de un salario, pero vende en las condiciones que impone el capital. Somos esclavos libres que respiran para producir la plusvalía del especulador.
El paquete viene recubierto de una palabra llamada Democracia, donde el pueblo ignorante asiste al espectáculo representado con el guión ya acordado. La gran superproducción.
Ultimamente, me ronda una idea no apta para sumisos del sistema.
Quedaron en el pasado las guerras entre países industrializados, entre potencias mundiales, hermanos del capitalismo globalizado, donde los mercados locales se ven afectados por cualquier acontecimiento a miles de kilómetros. En este juego no se puede prescindir de los vecinos ricos, unos dependen de otros. Pero si se pueden llevar a cabo otro tipo de guerras, guerras económicas y financieras.
Guerras que no se ganan con misiles, sino con noticias que tumban bolsas, guerras que no necesitan tanques blindados, sino quiebras de grandes bancos, guerras que no causan muertos en acto de combate, sino familias desahuciadas por el impago de sus hipotecas. No se bombardean paises ricos pero si se reorganiza su riqueza y su estatus político. Las guerras armadas quedan para los países en desarrollo, sin sistemas financieros, sin mercados de consumidores, pero ricos en materias primas o posición estratégica (Irak petróleo, Iran situación estratégica).
El monstruo ha permitido que la sociedad se endeude, ha permitido tener ilusiones al obrero, pensar que podía ser propietario, viajar y tener un coche. Dicho crimen necesitaba un complice. La financiación condescendiente del sistema financiero. Dejar pruebas falsa que dieran al asunto cierto aire de realismo. Un par de quiebras de bancos y miles de pequeñas empresas cerradas. Un mayordomo que pareciera culpable para desviar la atención. Las subprime. Y un juez que concediera el indulto. La permisividad del Estado.
Esta reorganización conduce a las familias a la ruina, sin poder llegar a fin de mes, dejando escapar sus sueños. El sistema omnipresente manda un mensaje, la crisis requiere esfuerzos y los debe pagar una vez más el trabajador. ¿Cuál es la condena al inocente?. Regulación del mercado laboral, rebajas de los salarios, abaratamiento del despido. La misma receta. En tal situación de indefensión, el trabajador sin salida posible, tiene que ceder. Jugada maestra. Jaque mate. El verdadero asesino tiene coartada, se llama crisis. ¡La gran mentira!.
Esta vez no podemos claudicar, debemos mandarle un mensaje alto y claro a la bestia que atormente su cerebro. Un ataque directo al corazón. El pueblo no cederá. Los abusos deben finalizar, la bestia debe dejar de respirar.

4 comentarios:

  1. Gracias, anónimo. Espero que llegue el mensaje.

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  2. Cuánta verdad en tan pocas líneas. ¿Sigue así Akron!

    La anonima sin nombre...

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  3. Gracias anónima sin nombre, un gran epíteto para tu seudónimo.

    Un abrazo.

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